Por qué es importante la libertad
Cuando Detroit (Michigan) se acogió al capítulo 9 de la ley de quiebras en 2013, se convirtió en el mayor municipio estadounidense en hacerlo. La ciudad tenía más de 18.000 millones de dólares en pasivos. Miles de trabajadores municipales jubilados se enfrentaban a la inquietante perspectiva de ver recortadas sus pensiones y prestaciones sanitarias. Las opciones parecían sombrías. 27
En respuesta a esta situación financiera sin precedentes, algunos querían liquidar los activos de la ciudad, incluida la colección del Instituto de Arte de Detroit (DIA). Para salvar las pensiones de los trabajadores municipales y salvaguardar al mismo tiempo la colección de arte de renombre mundial del DIA, un grupo de fundaciones -entre ellas la Fundación Ford- se unió y trabajó con el museo, el gobernador, la ciudad y la legislatura estatal para llegar a un acuerdo. Este “Gran Acuerdo”, como se conoció, permitió a Detroit salir rápidamente de la bancarrota sólo diecisiete meses después de su histórica declaración. 28
En el momento de escribir este artículo, casi cinco años después, Detroit ya no está al borde del colapso financiero. Sin embargo, muchos de sus habitantes siguen luchando por mantenerse a flote económicamente y construir una vida sana y cómoda para ellos y sus familias. Detroit -que en su día fue la ciudad más rica de Estados Unidos por su renta per cápita- tiene una tasa de pobreza del 39,8%, y la renta media de los hogares es de apenas 26.000 dólares al año. 29
Libertad significa responsabilidad
Lo mismo ocurre con la sociedad. Es cierto que los que vivimos en democracias tenemos la libertad de decir lo que queremos y vivir como queremos. Pero la libertad es algo más que la libertad de elegir el coche que conduces, la casa en la que vives o el trabajo que haces.
La libertad es un derecho humano fundamental y un componente esencial de la dignidad humana. Es el requisito previo para poder hacer lo que uno quiere, ser quien quiere, elegir lo que quiere y pensar lo que quiere.
La libertad de elección nos permite decidir dónde vivir, dónde viajar, dónde trabajar, con quién casarse, cuántos hijos tener (si los hay) y otras decisiones que afectan a nuestra vida. Somos libres de decidir qué camino educativo o profesional seguir, y si asistir o no a una institución religiosa o participar en diferentes prácticas de fe.
La libertad de discriminación permite la igualdad de oportunidades para todos, independientemente de la raza, el género o la orientación sexual; garantiza que no haya una cultura autorizada para la sociedad; promueve la tolerancia hacia las diferentes culturas y etnias entre personas que viven en el mismo país pero no comparten sus diferencias culturales en cuanto a hábitos de vida (por ejemplo, comer carne frente al vegetarianismo).
Ensayo sobre la libertad y la responsabilidad personales
Una de las principales funciones del Estado es garantizar la seguridad de la población. Para ser una entidad soberana reconocida internacionalmente, el Estado debe responsabilizarse de sus súbditos y mantener relaciones pacíficas con otras naciones. Esta es una norma inequívoca del derecho internacional, que también se refleja en las constituciones de todos los países. La libertad de un país conlleva responsabilidad.
El primer día de Navidad de 2015. La notificación del correo electrónico de mi teléfono emite varios pitidos. Uno de los mensajes contiene la noticia de que ha habido ciberataques en Turquía. El remitente se pregunta si podemos ayudarles de alguna manera, o si tenemos algo que aprender de ellos. La reacción rápida nos da una buena oportunidad para reforzar nuestra alianza.
Cuando un correo electrónico llega a las 2 o a las 8 de la mañana, no suele ser necesario adivinar de quién procede. En el número de marzo de 2006 de Diplomaatia, seis meses antes de ser elegido Presidente de Estonia, Toomas Hendrik Ilves escribió que “Lennart [Meri] operaba bajo el supuesto de que un diplomático debe estar en todo momento al tanto de la actualidad” y que Meri daba por sentado que la gente que le rodeaba había leído las mismas cosas, para poder discutirlas juntos2. Es como un simulacro. Saber las mismas cosas y pensar de la misma manera (a veces también saber cómo otras personas perciben las cosas de manera diferente) puede ser muy valioso en momentos de crisis.
La libertad conlleva responsabilidad
En su discurso de investidura del 20 de enero de 1969, el presidente Richard M. Nixon declaró: “La esencia de la libertad es que cada uno de nosotros comparta la configuración de su propio destino”. El hecho de que la declaración recibiera tan pocos comentarios por parte de la prensa y otros medios de comunicación es una indicación de lo insensibles que se han vuelto los medios de comunicación a su propia terminología. Al parecer, se consideró que no había nada inusual en la declaración realizada. Pero si las palabras se miden con respecto a las posiciones adoptadas por los medios de comunicación con un alto grado de coherencia durante al menos los últimos treinta y seis años, son revolucionarias.
El carácter revolucionario de la declaración del presidente Nixon se ilustra mejor contrastándola con una definición de libertad enunciada en otro discurso de investidura pronunciado por otro presidente veintiocho años antes. En aquella ocasión, algunos ciudadanos se emocionaron y otros se asustaron al escuchar a su presidente dividir la libertad en cuatro categorías. En poco tiempo, y con la entusiasta colaboración de la prensa y la comunidad académica, las “Cuatro Libertades” alcanzaron un estatus casi a la altura de las Sagradas Escrituras. Todavía se elogian desde las plataformas de conferencias de las escuelas públicas y todavía son consideradas por muchos como al menos “casi sagradas”. Pero por muy solemnes que nos pongamos al recitar el catecismo de la libertad de expresión, la libertad de religión, la libertad de la miseria y la libertad del miedo, es difícil evitar preguntas como si estos objetivos representan o no una base sobre la que puede construirse una nación y si son o no objetivos dignos de un pueblo libre.