Tears For Fears – The Tipping Point (Vídeo musical oficial)
La montaña rusa vacila durante una fracción de segundo en la cima de su empinada pista tras una larga y lenta subida. Sabes lo que está a punto de suceder – y no hay manera de evitarlo ahora. Es el momento de agarrarse a la barandilla, con las palmas de las manos sudadas y el corazón acelerado, y prepararse para el salvaje descenso.
El miedo es una de las emociones humanas más básicas. Está programado en el sistema nervioso y funciona como un instinto. Desde que somos bebés, estamos equipados con los instintos de supervivencia necesarios para responder con miedo cuando percibimos un peligro o nos sentimos inseguros.
El miedo nos ayuda a protegernos. Nos hace estar alerta ante el peligro y nos prepara para afrontarlo. Sentir miedo es muy natural -y útil- en algunas situaciones. El miedo puede ser como una advertencia, una señal que nos advierte de que debemos tener cuidado.
Cuando percibimos el peligro, el cerebro reacciona al instante, enviando señales que activan el sistema nervioso. Esto provoca respuestas físicas, como una aceleración de los latidos del corazón, una respiración rápida y un aumento de la presión arterial. La sangre bombea a los grupos musculares para preparar el cuerpo para la acción física (como correr o luchar). La piel suda para mantener el cuerpo fresco. Algunas personas pueden notar sensaciones en el estómago, la cabeza, el pecho, las piernas o las manos. Estas sensaciones físicas de miedo pueden ser leves o fuertes.
Cómo superar el miedo
Las fuentes de miedo pueden cambiar a medida que el niño madura. Por ejemplo, el miedo a la oscuridad o a los monstruos bajo la cama puede dar paso al miedo a los robos o a la violencia. Las tácticas que no funcionan incluyen burlarse del niño por tener miedo o forzarle a enfrentarse a situaciones aterradoras.
Ayude a su hijo a enfrentarse al miedo tomándose en serio sus sentimientos, animándole a hablar de sus ansiedades, contándole los hechos y dándole la oportunidad de enfrentarse a sus miedos a su propio ritmo y con su apoyo. El niño miedoso Algunos niños son más miedosos que otros. Los factores que contribuyen a ello pueden ser: Miedos comunes de los bebés Una vez que el bebé ha alcanzado los seis o siete meses de edad, ha formado fuertes vínculos con sus padres o cuidadores. Separarse de sus “personas especiales”, aunque sea por poco tiempo, puede causarles mucha ansiedad y mucho llanto. Asimismo, muchos bebés prefieren la compañía exclusiva de sus personas especiales hasta el punto de desarrollar un miedo a los extraños durante un tiempo. Los bebés superan esta fase con el tiempo.
Auckland Clip 2: Los cuatro miedos fundamentales
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El miedo es una emoción humana natural, poderosa y primitiva. Implica una respuesta bioquímica universal, así como una elevada respuesta emocional individual. El miedo nos alerta de la presencia de un peligro o de la amenaza de un daño, tanto si ese peligro es físico como psicológico.
A veces el miedo proviene de amenazas reales, pero también puede originarse de peligros imaginarios. El miedo también puede ser un síntoma de algunas enfermedades mentales, como el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad social, las fobias y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
El miedo es una emoción natural y un mecanismo de supervivencia. Cuando nos enfrentamos a una amenaza percibida, nuestro cuerpo responde de forma específica. Las reacciones físicas al miedo incluyen sudoración, aumento de la frecuencia cardíaca y altos niveles de adrenalina que nos hacen estar extremadamente alerta.
Los cuatro miedos del comercio de Mark Douglas
A muchas personas no les gustan las agujas como parte de los procedimientos médicos cuando reciben atención. Pero para algunos, el miedo a las agujas es tan grande que puede impedirles recibir atención médica que les salve la vida, como las vacunas. Este miedo suele afectar a los niños, pero también puede afectar a los adultos. El miedo a las agujas también es común en personas con ciertas condiciones que causan dificultades para controlar las sensaciones fuertes, como en las personas con trastornos mentales, emocionales o de comportamiento. El miedo a las agujas también puede ser común en personas con discapacidades que les dificultan entender los procedimientos y comunicar sus preocupaciones. Hay formas de controlar este miedo. Aprenda lo que puede hacer para que el miedo no se interponga en la atención médica importante, incluidas las vacunas.
La administración de medicamentos o vacunas mediante una aguja -o la extracción de sangre u otros fluidos mediante una aguja- puede ser dolorosa. Muchas personas recuerdan el malestar y el dolor y se preocupan de que se repita cuando vuelvan a someterse a procedimientos sanitarios que impliquen agujas. Esto es típico. Los niños más pequeños tienen menos formas de manejar sus miedos y necesitan la ayuda y el consuelo de sus padres u otros cuidadores. A medida que los niños crecen, muchos encuentran formas de manejar sus miedos por sí mismos.