La pérdida de la voluntad de vivir
La voluntad de vivir o Wille zum Leben es un concepto desarrollado por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, siendo la voluntad un “impulso ciego e incesante sin conocimiento” irracional que impulsa los comportamientos instintivos, provocando un esfuerzo insaciable sin fin en la existencia humana, sin el cual la Naturaleza no podría existir.
Esto no tiene nada que ver con el concepto de voluntad de supervivencia utilizado en psicología, que se discute más adelante en este artículo, ya que Schopenhauer estaba hablando de la unidad básica que hay detrás de hacer o pensar cualquier cosa, no del impulso básico que hay detrás de correr o luchar en condiciones que amenazan la vida (que en sus términos sería una disimulación del mero esfuerzo ciego por la existencia sin meta, es decir, una representación teatral de la Naturaleza en sus formas siempre cambiantes de la materia).
Existen correlaciones significativas entre la voluntad de vivir y las fuentes de angustia existenciales, psicológicas, sociales y físicas[1]. Muchos, que superan experiencias cercanas a la muerte sin explicación, han descrito la voluntad de vivir como un componente directo de su supervivencia[2]. La diferencia entre el deseo de morir y el deseo de vivir es también un factor de riesgo único para el suicidio[3].
Cómo dejar de sentirse perdido en la vida (aunque lo haya intentado todo)
Como profesionales de la medicina, siempre nos ha fascinado el poder de la voluntad de vivir. Como todas las criaturas del mundo animal, los seres humanos tienen un feroz instinto de supervivencia. La voluntad de vivir es una fuerza que está dentro de todos nosotros para luchar por la supervivencia cuando nuestra vida se ve amenazada por una enfermedad como el cáncer. Sin embargo, esta fuerza es más fuerte en algunas personas que en otras.
A veces, la biología del cáncer dicta el curso de los acontecimientos, independientemente de la actitud y el espíritu de lucha del paciente. Estos acontecimientos suelen estar fuera de nuestro control. Pero los pacientes con actitudes positivas son más capaces de afrontar los problemas relacionados con la enfermedad y pueden responder mejor a la terapia. Muchos médicos han visto cómo dos pacientes de edades similares y con el mismo diagnóstico, grado de enfermedad y programa de tratamiento experimentan resultados muy diferentes. Una de las pocas diferencias aparentes es que un paciente es pesimista y el otro optimista.
Sabemos desde hace más de 2.000 años -desde los escritos de Platón y Galeno- que existe una correlación directa entre la mente, el cuerpo y la salud. “La cura de muchas enfermedades es desconocida por los médicos”, concluyó Platón, “porque ignoran el todo. Porque la parte nunca puede estar bien si el todo no lo está”.
Volbeat – Die To Live (Video Oficial) ft. Neil Fallon
“La muerte psicógena es real”, afirma el Dr. Leach. “No es un suicidio, no está vinculada a la depresión, pero el acto de renunciar a la vida y morir normalmente en pocos días, es una condición muy real a menudo vinculada a un trauma severo”.
La muerte psicógena, también conocida como muerte vudú, fue definida por primera vez en 1942 por el psicólogo de Harvard Walter Cannon, quien observó que a menudo podía estar provocada por el miedo a las consecuencias sobrenaturales de la ruptura de tabúes. Las personas de las tribus que creían estar malditas solían aparecer muertas en cuestión de días.
Al revisar los informes de casos de prisioneros de campos de concentración, supervivientes de naufragios e incluso colonos de Jamestown, el Dr. Leach descubrió que la primera etapa es el retraimiento social, en el que los afectados muestran falta de emoción, apatía e indiferencia y se ensimisman.
“Las personas en esta etapa que se han recuperado la describen como si tuvieran una mente como papilla, o de no tener ningún pensamiento. En la abulia, la mente está en stand-by y la persona ha perdido el impulso de un comportamiento dirigido a un objetivo”.
5 formas de recuperar el rumbo cuando se ha perdido el rumbo
La depresión puede restarte muchas cosas: motivación, autoestima, concentración, decisión. La lista es larga (¿Por qué vivir cuando te sientes morir?). Lo peor de todo es cuando la depresión te quita las ganas de vivir. Lo sé. He pasado por eso.
Pienso mucho en aquel día, hace menos de dos años, en el que casi me suicido. A veces me pregunto si habría seguido adelante con ello. ¿Cuánto más bajo habría tenido que estar? Estaba muy abajo, con las píldoras letales en la mano. Me sentía tan desesperada, tan triste, tan perdida y sola.
Desde ese momento, esa técnica de encontrar una sola cosa se ha convertido en mi gracia salvadora. Cuando me falta motivación, me digo que me levante y haga una sola cosa, como pasar la aspiradora por la alfombra. Cuando mi autoestima es baja, me recuerdo una sola cosa que se me da bien, como escribir. Cuando mi concentración es escasa, elijo una sola cosa en la que concentrarme, como leer. Cuando mi depresión amenazaba con engullirme por completo, cuando estuve a punto de quitarme la vida, pensé en una sola cosa para detenerme: la boda de mi hija.