Doloroso significado feliz
El dolor crónico es habitual entre las personas que padecen enfermedades como la artritis, los accidentes cerebrovasculares, las lesiones medulares y la esclerosis múltiple. A diferencia del dolor agudo, el dolor crónico no desaparece y dura más de 6 meses. El dolor puede afectar a todos los aspectos de nuestra vida: salir y hacer las actividades que nos gustan, socializar con nuestros amigos, cuidar de nosotros mismos y de nuestras familias, así como de nuestra salud y bienestar.
Normalmente, el dolor crónico se trata con medicamentos. Sin embargo, muchas de estas pastillas no alivian mucho el dolor e incluso provocan efectos secundarios negativos. Los tratamientos alternativos, como los masajes, el calor, la acupuntura y la fisioterapia, son prometedores. El asesoramiento de un psicólogo o terapeuta es otra forma de controlar el dolor crónico. Un tipo de asesoramiento se centra en cambiar los pensamientos y comportamientos relacionados con el dolor que no son útiles por otros que nos ayuden a afrontarlo y adaptarnos. Otro tipo de asesoramiento, llamado psicología positiva, se centra en nuestros puntos fuertes y recursos para llevarnos por el camino de la felicidad. En nuestro estudio, analizamos si la felicidad tenía algún impacto en nuestra experiencia de dolor y angustia. También analizamos el papel de los distintos enfoques de la felicidad en las personas con dolor crónico.
El dolor que siento ahora es el significado de la felicidad
El dolor crónico es habitual entre las personas que padecen enfermedades como la artritis, los accidentes cerebrovasculares, las lesiones medulares y la esclerosis múltiple. A diferencia del dolor agudo, el dolor crónico no desaparece y dura más de 6 meses. El dolor puede afectar a todos los aspectos de nuestra vida: salir y hacer las actividades que nos gustan, socializar con nuestros amigos, cuidar de nosotros mismos y de nuestras familias, así como de nuestra salud y bienestar.
Normalmente, el dolor crónico se trata con medicamentos. Sin embargo, muchas de estas pastillas no alivian mucho el dolor e incluso provocan efectos secundarios negativos. Los tratamientos alternativos, como los masajes, el calor, la acupuntura y la fisioterapia, son prometedores. El asesoramiento de un psicólogo o terapeuta es otra forma de controlar el dolor crónico. Un tipo de asesoramiento se centra en cambiar los pensamientos y comportamientos relacionados con el dolor que no son útiles por otros que nos ayuden a afrontarlo y adaptarnos. Otro tipo de asesoramiento, llamado psicología positiva, se centra en nuestros puntos fuertes y recursos para llevarnos por el camino de la felicidad. En nuestro estudio, analizamos si la felicidad tenía algún impacto en nuestra experiencia de dolor y angustia. También analizamos el papel de los distintos enfoques de la felicidad en las personas con dolor crónico.
Palabra de dolor y felicidad
Por ejemplo, Christina Onassis, la hija del magnate naviero Aristóteles Onassis. Heredó una riqueza inimaginable y la gastó en placeres extravagantes en un intento de aliviar su infelicidad. Murió a los 37 años y su biografía, subtitulada de forma reveladora “Todo el dolor que el dinero puede comprar”, relata una vida llena de extravagancias que contribuyeron a su sufrimiento.
Aldous Huxley reconoció la posibilidad de que el placer infinito pueda conducir a sociedades distópicas en su novela de 1932, Un mundo feliz. Aunque la idea del placer infinito parece idílica, la realidad suele ser muy diferente.
Necesitamos el dolor para contrastar con el placer; sin dolor, la vida se vuelve sosa, aburrida y francamente indeseable. Como un adicto al chocolate en una tienda de chocolates, pronto olvidamos qué era lo que hacía que nuestros deseos fueran tan deseables en primer lugar.
Las nuevas pruebas sugieren que el dolor puede aumentar el placer y la felicidad que obtenemos de la vida. Como mis colegas y yo hemos señalado recientemente en la revista Personality and Social Psychology Review, el dolor fomenta el placer y nos mantiene conectados con el mundo que nos rodea.
Dolor y placer
Puede ser el sonido de su hijo diciendo su nombre por primera vez, conseguir el trabajo que siempre ha deseado o la emoción de intentar una nueva aventura. Es una palabra que evoca diferentes visiones para cada uno de nosotros. Y, por desgracia, es un sentimiento que a menudo se pierde en la confusión de vivir con una enfermedad crónica. En su lugar, la atención se centra en la gestión del dolor, en un nuevo estilo de vida que nunca se pidió y en tratar de descubrir lo desconocido. Con todo esto, ¿cómo puede uno recuperar la sensación de alegría?
La enfermedad crónica tiene una forma especial de recordarnos que tenemos que ir más despacio. Para que quede claro, bajar el ritmo no significa que uno se haya rendido o que esté dejando que la enfermedad gane. Simplemente significa que estás respetando el estado de tu cuerpo en este momento y cosechando los beneficios. Al reducir la velocidad, podemos disfrutar del momento en que nos encontramos en su forma más pura.
Somos una sociedad muy ocupada con agendas muy llenas que generalmente no permiten el autocuidado. En cambio, seguimos adelante hasta que nuestro cuerpo finalmente dice “no más”. En ese momento, se produce un brote completo, la increíble forma que tiene nuestro cuerpo de exigirnos que bajemos el ritmo y nos cuidemos.