Cerrar un discurso
Imaginemos que por fin te diriges a ese público con capacidad de decisión. Es la oportunidad más importante que has estado esperando y has preparado una presentación excelente. Sólo hay un problema: ¿cómo empezar con fuerza? Recuerda que cualquiera puede hacer una presentación normal y corriente. Tu trabajo consiste en destacar entre la multitud para tener éxito en tu carrera.
La respuesta es que, cuando se trata de influenciar a los oyentes en discursos y presentaciones, hay dos conceptos que explican por qué tu comienzo y tu final deben ser especialmente fuertes. A continuación, hablaré de ambos conceptos y te proporcionaré algunas herramientas poderosas para tu táctica de apertura: la introducción de tu discurso.
Los dos conceptos que explican por qué hay que empezar y terminar con fuerza son la primacía y la recencia. La primacía afirma que las personas recuerdan con mayor intensidad lo que escuchan al principio de un discurso. La recencia dice que esas mismas personas recordarán con fuerza lo que usted diga al final. En términos de hablar en público, esto se traduce en la introducción y la conclusión. Y realmente hay que empezar pronto. A continuación te explicamos cómo crear una apertura que tu público recordará.
Cómo terminar las frases de una presentación
El principio y el final de tu presentación son los más importantes. Al principio se capta la atención del público y se garantiza que escuche el resto del discurso. La conclusión te da la oportunidad de dejar una impresión duradera que los oyentes se lleven consigo.
Los estudios demuestran que cuando las personas tienen que recordar una información, “rinden mejor al principio y al final”. Por eso es esencial que dejes un impacto con tu frase final. Un final contundente motiva, capacita y anima a la gente a pasar a la acción.
La regla de tres es un método de comunicación sencillo pero poderoso y lo utilizamos a menudo tanto en la comunicación escrita como en la verbal. Utilizar la información en patrones de tres hace que la audiencia la recuerde mejor.
Si quiere hablar de la experiencia de un cliente o de un caso de éxito, piense en cómo puede convertirlo en una historia significativa que la audiencia recuerde e incluso se relacione con ella. Crear empatía con el público y relacionar la historia con los puntos expuestos a lo largo de la presentación garantiza que ésta sea bien recibida por la audiencia.
Ejemplos de cómo empezar un discurso
abruptamenteEstaba asistiendo a un taller en el que nos enseñaban a hablar con humor. Nos mostraron un vídeo de un orador que estaba dando una charla increíblemente divertida. Pero cuando terminó su discurso, nadie aplaudió, porque nadie estaba seguro de si había terminado su discurso o no. Dijo una cosa y se marchó del escenario. Me gustaría tener el vídeo para mostrároslo, pero la cuestión es que muchos oradores empiezan con fuerza, dan un buen discurso, pero no prestan demasiada atención a cómo lo van a terminar. Si te encuentras en esa situación en la que has terminado tu discurso pero el público no te aplaude, espera en el escenario. Cuando una persona empiece a aplaudir, mírala y pronuncia un “gracias”. Esta será una señal suficiente para que el resto del público siga con los aplausos.ResumirRecordamos nuestro discurso porque lo hemos escrito y ensayado. El público lo escucha por primera vez. Es muy probable que no recuerden el 95% de tu discurso después de que hayas bajado del escenario.Para facilitar que el público recuerde tu discurso, resume tus puntos hacia el final del mismo. El resumen debe ser conciso y directo. Un resumen también ayuda a eliminar cualquier falta de comunicación con su público.Cuál es su
Cómo empezar un discurso
Imagínese de pie en un podio donde tiene que dar un discurso frente a cientos de personas. Su corazón se acelera, las palmas de las manos sudan y no está seguro de cómo empezar un discurso.
El comienzo y el final de tu discurso son igual de importantes porque es lo que determinará tu éxito con la reacción del público. No olvides prestar atención a los pequeños detalles, de los que hablaremos más adelante.
Este conocimiento se puede conseguir y comprender fácilmente si llegas un poco antes de empezar tu discurso. Conoce a algunas personas del público, habla con ellas, conoce lo que les ha hecho venir a escucharte.
Familiarízate con el espacio y el público, observa cómo responde la gente a otros oradores si los hay, qué dijeron otros oradores que despertaron el interés del público o cómo reaccionaron a una determinada frase.
Si crees que puedes olvidar lo que tienes que decir, toma pequeñas notas de todo lo que vas a decir. Comprueba de vez en cuando que estás en el buen camino y que no pierdes el foco del tema.